1491

Los incas, escribió en su artículo de 1963, no fueron derrotados por el acero y los caballos, sino por las enfermedades víricas y la desunión.

Las mejores hilaturas poseían una finura de hasta quinientos hilos por pulgada, y se estructuraban en capas sucesivas, muy complicadas. Los soldados llevaban una armadura hecha de tejido acolchado, esculpido, casi tan eficaz como protección como las de metal que llevaban los europeos y, desde luego, mucho más ligera, como es lógico

Imaginemos —y permítaseme pensar ahora en lectores que no sean indios de origen— que de algún modo topamos con un haudenosaunee procedente de 1491. ¿Es mucho especular que por debajo de los tatuajes, del cabello asimétrico, de las ropas extravagantes, uno fuese a reconocer a una persona mucho más cercana a uno mismo, al menos en ciertos sentidos, que sus propios ancestros?

Los cabecillas de Jamestown trataron de convencer a los indios para que se transformasen en europeos. De manera vergonzosa, el tráfico se dio casi siempre en el sentido inverso. Fueron docenas los ingleses que se sumaron a la manera de vivir de los nativos a pesar de las promesas de sufrir castigos terribles.

He preguntado a siete antropólogos, arqueólogos e historiadores si preferirían en 1491 ser el típico ciudadano de Europa o un integrante de los haudenosaunees. A ninguno le hizo demasiada gracia la pregunta, porque era una petición implícita para que enjuiciaran el pasado según los criterios vigentes hoy en día, falacia que se suele descartar tachándola de «presentismo» por parte de los científicos expertos en ciencias sociales. Pero debo decir que todos y cada uno de los siete optaron por los indios.

Los hurones, escribió en una relación de sus años en Norteamérica, no lograban comprender:

[…] por qué un hombre ha de tener más que otro, ni por qué gozan los ricos de más respeto que los pobres. […]

Los antepasados de Franklin tal vez emigrasen de Europa para huir de un Gobierno opresivo, pero las sociedades coloniales aún eran más coercitivas y clasistas que las aldeas indígenas.

Haudenosaunee, de ese modo, tendría el segundo Parlamento de representantes más antiguo que existe en la Tierra.

Según Barbara Mann, historiadora de la Universidad de Toledo, Ohio, y autora de Iroquoian Women: The Gantowisas (2004), los consejos liderados por un clan de mujeres decidían los objetivos de la liga. «Los hombres no podían tratar asuntos que no hubieran planteado las mujeres». Ellas eran dueñas de las tierras y su producto y podían vetar decisiones de los hombres de la liga y exigir que se reconsideraran. Las mujeres de las Cinco Naciones se encontraban mucho mejor en este régimen que sus equivalentes europeas

«nunca concluirán por la fuerza […] algo a lo que su pueblo sea adverso».