Cuando se habla de los orígenes ¿debemos entender, por el contrario, las causas? En ese caso no habrá más dificultades de las que constantemente (y más todavía, sin duda, en las ciencias del hombre) son, por naturaleza, inherentes a las investigaciones causales.
Pero con frecuencia se establece entre los dos sentidos una contaminación tanto más temible cuanto que, en general, no se percibe muy claramente. En el vocabulario corriente los orígenes son un comienzo que explica. Peor aún: que basta para explicar. Ahí radica la ambigüedad, ahí está el peligro.