El Tiempo de la Tortuga abre una ventana a la permeabilidad del inconsciente de una mujer, buscando allí, quizás el último refugio para su cordura.
Desde la oquedad que le provoca la condición de encierro, desconocida, inesperada y repentina, se ilumina, se sostiene, y se reinventa. Experimenta desde lo surrealista, bucea en la memoria y encuentra terreno fértil para la libertad, en un inconsciente que navega entre las aguas de lo real, lo irreal, lo mágico y lo onírico. A través de recuerdos el tiempo se diluye, se conjuga de instantes, se convierte en poema.
«Volvió la mirada, el azul del mar le pareció extrañamente bello», sonrió, por acá si podría iniciar un texto…