Cartas a un joven poeta

Si su vida cotidiana le parece pobre, no se queje de ella; quéjese de usted, dígase que no es usted lo bastante poeta como para conjurar sus riquezas; pues para el que crea no hay pobreza ni lugar pobre e indiferente.

No escriba usted poemas de amor; al principio evite esas formas que son demasiado corrientes y habituales: son las más difíciles, porque se necesita una fuerza grande y madurada para ofrecer algo propio allí donde han surgido cantidad de testimonios buenos y, en parte, brillantes.

experiencia artística está tan increíblemente cerca de la sexual, en su dolor y en su gozo, que ambos fenómenos no son en realidad más que diferentes formas del mismo anhelo y la misma dicha.

Las obras de arte son de una soledad infinita y con nada se llega a ellas tan poco como con la crítica.

Por eso, mi apreciado señor, no sabría darle más consejo que este: meterse en sí mismo y examinar las profundidades de las que brota su vida;

Una obra de arte es buena cuando ha surgido de la necesidad.

Luego, como si fuera el primer hombre, trate de decir lo que ve y lo que experimenta

«¿Tengo que escribir?». Excave en su interior en busca de una respuesta profunda. Y si esta fuera afirmativa, si usted pudiera enfrentarse a esta grave cuestión con un enérgico y sencillo «tengo», entonces construya su vida en función de esa necesidad

la mayor parte de los acontecimientos son indescriptibles,

No hay nada con lo que menos pueda rozarse una obra de arte que con palabras críticas: al hacerlo siempre surge algún malentendido más o menos afortunado.