estupidez globalizada? ¿O que la estupidez globalizada, encerrándonos en nuestro idios kosmos —ese narcisismo elemental de individuo, grupo, colmena o masa que desemboca en una especie de prolapso de lo social y de prolapso del Sujeto—, es infinitamente más eficaz (más barata, menos riesgosa) que cualquier ideología en tanto aparato discursivo o simbólico destinado a legitimar y a naturalizar «el mundo tal cual es», o a persuadirnos trabajosamente de que «está bien que las cosas sean como son»? El problema de esta convicción es que tiende a disparar cierto virtuoso e irónico «combate a la estupidez» sin otro atributo que ser o creerse aristocráticamente gracioso o hiriente. Es que lo superficial e ilimitadamente estúpido del mundo capitalista neoliberal es tan ostensible que tiende a hacernos olvidar lo injusto, lo violento, lo loco. La ruina del pensamiento y el lenguaje: la estupidez de la «lógica cultural del capitalismo tardío» tiende a cubrir —y hasta, se diría, como Lacan, forcluir— al propio capitalismo.