Las brujas del ayer y del mañana

Aunque haya destrozado su confianza antes.

—La confianza no se destroza. Se podría decir que se pierde. —Beatrice frunce los labios—. ¿Y qué hay perdido que no se pueda encontrar?

—Aunque haya destrozado su confianza antes.

—La confianza no se destroza. Se podría decir que se pierde. —Beatrice frunce los labios—. ¿Y qué hay perdido que no se pueda encontrar

Estáis aquí porque queréis más para vosotras y vuestras hijas. Porque es muy fácil ignorar a una mujer. —Juniper tuerce los labios en una sonrisa salvaje—. Pero es mucho más difícil no prestarle atención a una bruja.

—Sé que el mero hecho de ser mujer es arriesgado. Por muy saludable y trabajadora que una sea

Tenemos que dejar de preocuparnos por las cosas que puede o no puede hacer una mujer, por lo que es decente y por lo que no lo es. Tenemos que resistir y luchar todas juntas.

—En que jamás conseguiremos nada pidiéndolo por favor, ni cuidando nuestros modales. En que tenemos que usar todas las armas que estén a nuestra disposición, o de lo contrario nos pegarán palizas en las calles. —Juniper se inclina hacia delante y recupera la sonrisa jactanciosa—. En que ha llegado la hora de que los derechos de las mujeres se conviertan en los derechos de las brujas.

Un familiar no es ni un hechizo ni una mascota. Es la brujería misma con forma de animal. Si una mujer habla con la magia con la intensidad requerida y durante el tiempo suficiente, a veces la magia le responde. Pero solo las brujas más poderosas han tenido familiares, y dudo que quede nadie de esos linajes con vida.

Resulta muy agradable ser tú quien hace daño en lugar de ser a quien se lo hacen.

Los ojos tan vacíos como las promesas.

La maldad está en los ojos del que mira, niña.»