Storytelling

El mayor talento de un narrador es saber dar relevancia a lo que cuenta

He aquí uno de los grandes temas de las grandes historias: una persona contra el sistema. El valor que triunfa a pesar de los contratiempos y las más terribles presiones. La victoria de la determinación. En la victoria en algo ordinario como la construcción de un aparcamiento se forjan las personalidades extraordinarias. La humilde y vulnerable Shan es también un símbolo de valor e invencibilidad para todos los que hemos oído su historia

es la siguiente: ¿Por qué me importa esto? Lo que desea por encima de todo una persona que escucha una narración es que la conmuevan. El público siempre pide lo mismo: por favor, conmuéveme para que tu historia me importe. Necesito que me conmuevas. Cuéntame una historia que me ennoblezca

La pregunta más importante que el público se

Todas las historias tratan sobre la transformación. Lo sepamos o no, contemos lo que contemos, lo que compartimos con el público es siempre un «momento umbral», es decir, un cruce vital, un punto de inflexión, una bifurcación del camino. El umbral es un toque de atención: es hora de despertar y enfrentarnos al reto que se nos presenta. Es básicamente una llamada a la transformación. Ha llegado el momento de descubrir el valor que tenemos dentro y convertirnos en lo mejor que podemos llegar a ser. Es siempre un momento «elemental», una especie de llama, una chispa que nos conduce a la transformación.

Las historias nos proporcionan el contexto para comprender el poder de la transformación, el despertar de la consciencia, el tránsito del espíritu a la madurez. Esta experiencia llega al máximo de intensidad cuando tiene lugar en el clímax de una etapa, en un momento de transición vital clave en la vida de una persona, o cuando vemos cómo el mundo cambia ante nuestros ojos. ¿Cómo expresar eso en una narración

el recurso del detalle resplandeciente en su justa medida. Nunca debe dominar la narración y nunca debemos dejar que se note que es un recurso narrativo. Usémoslo con moderación. Con una o dos veces es suficiente.

Hoy en día, uno de los problemas de la narración es que tenemos el radar emocional embotado. Somos menos sensibles a los pequeños detalles y creemos que al público hay que ponérselo todo en bandeja. Que debemos ir rellenándole los huecos. Muchos narradores consideran necesario adornar su relato con un vocabulario florido o alegatos políticamente correctos.

Hay que dejarse llevar por él. Hay que aprender a no pensar demasiado. Muy a menudo, cuanto más cotidiano es el detalle, más extraordinaria es la verdad que revela

Lo primero que hay que hacer es escuchar lo que nuestra historia nos está diciendo.