Sergio Prim, geografo profesional, conoce a la perfección cómo se construyen los mapas, sabe -al igual que nosotros- que hacen referencia a lugares de mayor dimensión que jamás cabrían en nuestro bolsillo. Quizá por ello frente a las cosas de tamaño natural, tan grandes como la vida misma, sienta pánico y no pueda evitar unas enormas ganas de escapar. Nada le parece a Sergio tan enorme como el amor, sobre todo cuando éste se manifiesta tras muchos años de espera. En la espera cavernosa, sin prisa alguna, su sentimiento era algo tan cotidiano y manejable como un mapa. Pero un buen día, lo que antaño fue platónico pasó a convertirse en una realidad difícil de ser calculada con útiles científicos. ¿Qué hacer cuando el amor es correspondido?