En realidad, pertenece a un refinado club de textos, presidido, creemos, por el Trístam Shandy: el club de los textos que cuentan historias relativas al modo en que se construyen las historias. Al hacerlo, tales textos son mucho menos inofensivos de lo que parecen: su objeto crítico es la máquina de la cultura, la misma que permite manipular las creencias, producir ideologías y acariciar la falsa conciencia, al permitir el desarrollo de opiniones contradictorias sin percatarse de ello. Es la máquina que produce y hace circular los endoxa, que permite a los discursos persuasivos manipular, por ejemplo, el topos de la calidad junto con el de la cantidad, sin dejar ver nunca el carácter contradictorio de ese modo de proceder.