«La bicicleta es una máquina impulsada por uno mismo. Uno decide hacia dónde quiere desplazarse», dice la protagonista de Todas las bicicletas que tuve, una mujer que, ya sea en una Chopper, una Mountain, una Diamant, una Giant o una Aurorita, serpentea con libertad por las calles de Quito, Bogotá, Medellín, Cali, Buenos Aires o París, hilvanando los distintos capítulos de su vida.
En esta conmovedora novela gráfica, el trabajo más reciente de Powerpaola, las bicicletas no solo son extensiones de sí misma, sino también las musas que la llevan al pasado, ese oscuro y abismal río por el que fluyen amores, pérdidas, amistades, hermandades, tragedias, accidentes y desilusiones. Contemplados desde el sillín, y escritos y dibujados como si fuesen los trazos dejados por todas aquellas bicicletas a su paso, los hechos adquieren su verdadero sentido y se convierten en pequeñas revelaciones del destino. El de la protagonista, por supuesto, pero también el del lector.