Han sido amigos inseparables durante treinta años. Christine, la discreta pintora; su marido Alex, poeta maldito en su juventud y ahora director de escuela; el exitoso marchante de arte Zachary y su extravagante esposa Lydia. Una apacible noche de verano Christine y Alex reciben una llamada; es Lydia, alterada, desde el hospital: Zach acaba de morir. Un mismo sentimiento invade a los tres: han perdido al más generoso y fuerte de los cuatro, el ancla que los mantenía unidos, precisamente aquel a quien no podían permitirse perder. Desconsolada, Lydia se muda con Alex y Christine, y en los meses que siguen, la pérdida, lejos de fortalecer sus vínculos, trae a la superficie antiguos deseos y agravios hasta ahora enterrados en el equilibrio que les brindaba la cuadratura de su amistad.