Sabemos que la idea de Dios –la religión o las creencias-, además de un producto evolutivo, está en el cerebro. Sabemos que hay un Dios mayor y una multitud de dioses menores. Sabemos que la experiencia religiosa brinda sensaciones de bienestar, tranquilidad, paz y alegría. Sabemos que la experiencia religiosa da sentido a la vida.
Sabemos que el paganismo o lo pagano ha sobrevivido a las diversas persecuciones políticas e ideológicas que ha sufrido a lo largo de la historia. Sabemos que el paganismo o lo pagano ha renacido en diversas y variadas formas de expresión y manifestación.
Un paganismo que ha cogido la forma -naturaleza, animales, cuerpo, sociedad, ídolos, pueblo, nación, Estado, democracia, utopía, meditación, virtud, sexo, velocidad, deporte, gastronomía, magia, azar, frivolidad, mercado, internet, yo— que es la expresión de la estulticia reinante en un presente marcado por la sociedad del espectáculo y la apariencia que allanan la verdad.