En la banqueta, entre burlas y medias sonrisas, con su inseparable teporocha en la mano, Chin Chin cuenta su historia: de cuando aún se llamaba Rogelio, de cuando todavía contaba con amigos… de cuando hacía una vida con Michele. Al pasar las páginas, sus palabras no sólo urden un relato familiar, sino un complejo y delirante retrato del acontecer diario en el barrio de Tepito, entre alcohólicos, prostitutas, policías, vendedores de droga y gente de clase trabajadora que se gana el pan durante el día y busca el placer en los resquicios de la noche.
Narración escrita con el desparpajo del habla popular que tiene detrás suyo una notable ambición literaria; desfile carnavalesco que alberga sin embargo personajes redondos y profundos; crónica descarnada de la vida de barrio que trafica de contrabando una conmovedora historia de amor, Chin Chin el teporocho escandalizó a los círculos culturales con su publicación inicial y es hoy un referente ineludible en la historia de la novela mexicana.
En Ramírez, como en los románticos del siglo XIX, la crónica se envuelve en la historia de amor, la historia de amor es el pretexto para desarrollar la crónica y para, a su cobijo, podernos decir todos los horrores de este país. SARA SEFCHOVICH