A pesar del interés de los primeros momentos, a principios del siglo XX se produjo la desaparición del término matriarcado como consecuencia del agotamiento del paradigma evolutivo en antropología y sociología. El enfoque particularista no participaría del debate sobre el matriarcado en profundidad hasta la llegada la figura de la antropóloga Peggy Reeve Sanday con su etnografía de los minangkabau (2002). Sanday va a proponer una revisión de las teorías sobre el matriarcado bajo la premisa de que no se han encontrado evidencias sobre un matriarcado porque los investigadores que lo han intentado han partido de las categorías occidentales de patriarcado y matriarcado, en las que el matriarcado se presenta como lo opuesto del patriarcado, es decir, una sociedad donde el poder y los recursos en todos los ámbitos son ostentados por las mujeres. Para Sanday, esto no es un matriarcado. Un matriarcado sería un sistema solidario e igualitario en el que no se trata de acaparar el poder, sino de compartirlo entre hombres y mujeres.