Hablar de lo eterno, sin caretas, sin disimulos, sin trampas, esa es la tarea a la que se entrega Lewis en este libro sustancioso. Y para ello utiliza muy distintos medios: un coloquio, un debate, una conversación entre amigos, un artículo de prensa, una carta… Toda ocasión es buena para dar testimonio de la fe y la verdad intemporal, “para mostrar a todos una noticia inaudita de plenitudes”, con un afán apostólico que nos interpela. Y Lewis lo aborda con su proverbial claridad, lucidez y agudeza.