Los relatos de El materialismo histórico regresan al pasado de la parodia, del humor, de la mitología de la mala conciencia, del mundo al revés. Las situaciones van más allá del expresionismo y alcanzan el disparate. Joaquín Marco, El Cultural De la humanidad como mercancía ése es el trasfondo cínico, carnavalesco, explosivo de El materialismo histórico. Fábulas sin moraleja edificante, sus relatos pintan una sociedad en la que venderse, comprar, estafar, apostar, consumir, intrigar, chantajear, multar, sobornar, cobrar y pagar son los únicos verbos que es dado conjugar para salvar la vida. El conjunto es un gigantesco cuadro de costumbres del capitalismo rapaz vuelto religión moderna: un mundo en donde la ambición, el poder, el crédito y las comisiones son los únicos motores de la existencia.