A partir de un viejo sable y de los restos del oficial junto al que fue enterrado -los de un afamado general ruso, según la leyenda-, el extraordinario talento de Claudia Magris, siempre a caballo entre la historia y el mito, reconstruye uno de los episodios más rocambolescos y menos conocidos de la Segunda Guerra Mundial. En los últimos meses de 1944, y hasta la definitiva victoria de los aliados, un ejército de cosacos comandado por el general Piotr Krasnov ocupó la región fronteriza de Carnia, en el límite oriental de Italia con Austria y Eslovenia. Krasnov, un destacado oficial zarista que combatió en el 18 contra los bolcheviques, había cambiado, en el exilio, el sable por la pluma y alcanzó cierta celebridad con varias novelas históricas, de un feroz anticomunismo. Años más tarde, ya muy envejecido, decidió unirse a los nazis y emprender una última campaña que finaliza en la región de Carnia, donde Hitler le había prometido que establecería la nueva patria cosaca.
La tragicomedia de ese anciano obcecado y de su inverosímil ejército, revivida en la investigación minuciosa de un sacerdote que conoció a algunos de sus protagonistas, acaba dibujando una brillante parábola sobre las trampas de la historia, sobre el exilio y la fuga, y sobre la ingenuidad de quienes creen manejar sus hilos cuando son ellos, más bien, los manejados por un destino ciego.