Hermann el germano, el jefe tribal que había conducido a su ejército a la victoria tras luchar con los romanos casi 2000 años antes, también fue puesto al servicio de los nazis. Su estatua, erigida en el bosque de Teutoburgo en el siglo xix, se convirtió en un santuario del orgullo nacionalista, en un recordatorio de la época dorada del heroísmo