A lo largo de esta novela, absolutamente singular, las cosas se enredan en sucesos cada vez más extraños. Marcos, el desopilante personaje central, poeta en el siglo del clímax de la informática, un perdedor que para colmo ya no puede ayudarse a sí mismo escribiendo poemas, es tentado a narrar por una multinacional de las letras. Esta le ofrece una pequeña suma que basta para remover su desamparo y alcanzarle las llaves con las que abrirá las puertas otra vez al perdido vicio de la escritura. Encarando el proyecto de su propia salvación catapulta sobre el páramo bidimensional de la página improductiva una serie de misteriosas y fascinantes figuras que con frecuencia se tornan desternillantes. Muchas de ellas, inmersas como él, en un mundo extravagante, parecido al nuestro, al de todos los días, que funciona en su aparente normalidad con altas dósis de desquicio. Una tragicomedia fascinante, divertida y terrible a la vez, donde casi todos, personajes secundarios, terciarios y cuaternarios incluidos, hacen frente al infortunio imperante con resoluciones atípicas a las que no les faltan razones para afianzarse en su realidad distorsionada, misteriosa, alucinante, como la tuya, la mía, la de todos.