Las personas cambiamos de forma de ser según con quién nos encontramos en cada momento. A veces lo hacemos de manera consciente y a veces sin darnos cuenta, pero es un hecho innegable. Tratamos de parecer más altos, más bajos, más solícitos, más dignos o simplemente intentamos agradar a nuestro interlocutor. Por eso, nuestro «verdadero yo» solo existe cuando estamos solos, ya que el contacto con otro ser humano nos transforma de inmediato.