Como si fuera un melodrama de los que escuchaban las abuelas en la radio, vamos conociendo la vida desgraciada de tres huérfanos. Pero el dramón va dejando lugar al espanto cuando conocemos los terribles planes que trama el siniestro Conde Olaf, que se ha convertido en tutor de los niños. El narrador se dirige a los lectores y les advierte desde el principio que este es un libro de desgracias y que no puede esperarse una solución definitiva. Por eso, los que se atreven con este libro son valientes de verdad.