A mediados de los años ochenta aquel puñado inicial había ido aumentando. Eso sí, pese a ser aún pocos, se hacían notar —¡y de qué manera!— gracias a la bandera pirata que colgaron en la Gegengerade, la tribuna lateral del estadio, y a unos cánticos en los que mezclaban eslóganes políticos y proclamas futbolísticas con causticidad y humor, como, por ejemplo: «Nie wieder Faschismus, Nie wieder Krieg, Nie wieder 3. Liga!» (¡Nunca más fascismo, nunca más guerra, nunca más Tercera División!), «Wer hat uns verraten? Sozialdemokraten! Wer verrat uns nie? Sankt Pauli!» (¿Quiénes son las ratas que nos traicionan? ¡Los socialdemócratas! ¿Quién no nos traicionará nunca? El St. Pauli) o «Wir sind das Olck» (Nosotros somos Olck).