Maximiliano Kolbe, además de santo, es un símbolo universal del espíritu de sacrificio y de la solidaridad humana. Tras ingresar en la orden de los franciscanos, Kolbe se convirtió en editor de varias publicaciones pastorales y fundó la denominada “Ciudad de la Inmaculada” cerca de Varsovia. Sus actividades apostólicas despertaron el recelo de las autoridades alemanas y Kolbe fue llevado al campo de concentración de Auschwitz en 1941. Allí, en un acto de amor extremo, Kolbe sacrificó su vida para salvar a un padre de familia condenado a muerte. La vida de este Santo no es sólo una biografía ejemplar, sino un mensaje de esperanza. En palabras de Juan Pablo II, Kolbe se ha convertido en un «signo de la nueva era: la civilización del amor”.