Diario a los setenta

Ayer regresé de Connecticut y esta tarde viene Marilyn Kallet a pasar la noche. Siento cómo va creciendo la presión en mi vida. Al menos, ya tengo agua. Al final no fue tan malo

verme privada de ella durante veinticuatro horas, estar sin algo que siempre damos por sentado, que siempre creemos disponible. Resultó que la bomba estaba averiada, y ahora que la han remplazado funciona de maravilla. Las ardillas están cada vez más desconcertadas al ver cómo van tapándose los agujeros, pero el caos del escritorio sigue poniéndome enferma.

Ven pronto. El tiempo corre». ¿Por qué no fui entonces?

surgiendo, he echado de menos la media hora diaria en que aparto las demás tareas y saboreo la experiencia de estar viva en este hermoso lugar

Lo he echado de menos, he echado de menos el «nombrar las cosas» a medida que van surgiendo

Que soy más yo que nunca

¿Y qué tiene de bueno ser mayor?»

pudiera recordar cosas de hace sesenta años con claridad, me parecería muy mayor. Y, sin embargo, yo no me siento mayor en absoluto, y no tanto una superviviente como alguien que aún está recorriendo su camino. Supongo que la vejez comienza cuando miramos atrás más que adelante, pero lo cierto es que yo sigo mirando con ilusión los años que quedan por venir y, sobre todo, las sorpresas que me aguardan cada día