La bici lo es todo

Stephen Crane, célebre autor estadounidense de la época, afirmaba: «La bicicleta lo es todo».

A finales de la década, para millones de personas la bicicleta se había convertido en un modo práctico de transporte personal: la montura del pueblo. Por primera vez en la historia, la clase trabajadora se volvió móvil y, dado que podía desplazarse, se vaciaron las viviendas abarrotadas, se expandieron las áreas del extrarradio y la geografía de las ciudades cambió.

Un tercio de todas las patentes registradas en la década de 1890 en la oficina de patentes de Estados Unidos estaban relacionadas con la bicicleta, que de hecho contaba con su propio edificio especializado en patentes en Washington D. C.

En palabras de Victor Hugo, «se puede resistir una invasión de ejércitos, mas no una idea cuya hora ha llegado».

En el centro de todo aquello estaba la bicicleta. Se calcula que en 1890 había 150 000 ciclistas en Estados Unidos y una bicicleta costaba aproximadamente la mitad del salario anual de un peón de fábrica. En 1895 su coste equivalía al salario de varias semanas y cada año las filas ciclistas aumentaban en un millón.

La entrega de un billete es suficiente para hacer

que una bicicleta me pertenezca, pero mi vida

necesita darse cuenta de esta posesión.

JEAN-PAUL SARTRE

Como le ocurre a mucha gente, me frustra entrar en la rueda de comprar cosas que están diseñadas para ser rápidamente reemplazadas

Ir en bici se convirtió en la primera actividad atlética popular entre las mujeres

la bicicleta coincidió con el movimiento feminista

Victor Hugo, «se puede resistir una invasión de ejércitos, mas no una idea cuya hora ha llegado»