Los personajes fantásticos, por otra parte, permiten crear ficciones con una gran libertad de reglas. Las explicaciones psicoanalíticas sobre los cuentos populares se refieren a muchos de estos personajes como encarnaciones de la percepción infantil sobre la amenaza del poder de los adultos o como personificaciones de las pulsiones agresivas de los niños. Sin embargo, en la actualidad, la fuerte corriente de desmitificación existente ha convertido a la mayoría de estos seres tradicionales en personajes tiernos y simpáticos, mientras que su cambio de función coincide con el predominio de un nuevo tipo de ser fantástico: los monstruos, puesto que su plasticidad y poca concreción parece hacerlos muy aptos para encarnar las angustias interiores, pesadillas y terrores indefinidos, conjurados hoy en día por una literatura infantil que refleja gran atención hacia los temas psicológicos propia de las sociedades posindustriales.