Sabato analiza la crisis que atraviesa la cultura moderna rastreando las causas del nihilismo existencial en el que ha caído la humanidad hipnotizada por el progreso fugaz, la despersonalización y la falta de solidaridad. Discutido por sectarismos de todos los matices en 1951, hoy puede leerse con la decantación que permite el tiempo y la valoración de la palabra de un maestro. El texto afirma con valentía que los avances de la ciencia y la técnica han transformado al hombre en el simple engranaje de una máquina de producir y consumir. Esta dramática preocupación por lo económico, la creciente idolatría de la técnica y la explotación del hombre por el hombre llevan inexorablemente a la masificación, al desprecio de las emociones, a la intolerancia globalizada, a la pérdida de identidad y al caos cultural. El antídoto contra esa sociedad cada vez más anónima es el valor del arte, de la literatura y la recuperación de los valores encarnados en San Agustín, Pascal, Buber, Jaspers y otros pensadores existencialistas.