Quiero decir, tenemos que morir para curar a uno de ellos. ¿No te parece ridículo? ¿Qué clase de religión anima a sus miembros a venir a pedir la vida de su dios? —Sacudió la cabeza—. Es irónico. Somos dioses para ellos solo hasta que nos matan. Y creo que hasta sé por qué los dioses ceden. Son esas peticiones, estar ahí obligado a sentarte día tras día, sabiendo que podrías salvar a uno de ellos… y que probablemente deberías hacerlo, ya que tu vida no vale nada. Eso es suficiente para volver loco a un hombre. ¡Suficiente para impulsarlo al suicidio! —Sonrió, mirando a su sumo sacerdote—. Suicidio por manifestación divina. Muy dramático.