El apasionado alegato de Alain Finkielkraut, su manifiesto contra la cultura zombi a contracorriente de la moda intelectual, del conformismo posmoderno, ha despertado en Francia un apasionado interés. Finkielkraut se indigna por el estado moral de una sociedad a la que le da igual un cómic que una novela de Nabokov, un slogan publicitario que un poema de René Char, un partido de fútbol que un ballet, o un videoclip que una ópera de Verdi. El autor se interroga sobre las razones que conducen a bautizar como culturales aquellas actividades en las que el pensamiento está ausente y se remonta a la filosofía del Siglo de las Luces para mostrar cómo se ha producido el derrumbe de los ideales europeos. Finkielkraut afirma que los ideales de razón, de humanismo cosmopolita y de poesía sin fronteras están sucumbiendo ante la exaltación nacionalista y la concepción étnica de la sociedad (contra la concepción electiva), herederas del romanticismo alemán y de su Volkgeist. La filosofía de la descolonización, instrumento para la emancipación de los países del Tercer Mundo, acaba por desembocar en el nacionalismo más sectario: mientras, una nueva derecha cultiva el fantasma de una Europa asediada por famélicos inmigrantes…