Y qué leches quieres que haga? Aquí no veo nada…
Por un instante, el inspector se queda en silencio, observándome fijamente. Lentamente se acerca a mí, me agarra por las solapas de mi chaqueta de pana, y sin demasiado esfuerzo por su parte pega mi cuerpo al suyo.
—Oye, Aquiles, escúchame, y escúchame bien. No hace ni dos semanas que tú y tu borrachera os estabais quejando de vuestra pésima suerte, de lo mucho que tú vales, y de lo muchísimo que todavía podrías demostrar si alguien te diera la oportunidad. Bien, lo que te estoy dando ahora esa puta oportunidad, chaval. —Casaperda me aprieta todavía