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Jung Chang

Cisnes Salvajes

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  • Alejandra Arévalohas quoted3 years ago
    Pasé una infancia dura en una sociedad llena de injusticia. Me uní a los comunistas para fundar una sociedad más justa, y lo he intentado lo mejor que he sabido durante todos estos años. Sin embargo, ¿de qué le ha servido al pueblo? Y en cuanto a mí, ¿por qué he tenido que convertirme al final en la ruina de mi familia? Aquéllos que creen en la recompensa y el castigo afirman que un mal final significa que se tiene un peso en la conciencia, y yo he estado pensando mucho acerca de las cosas que he hecho en mi vida.
  • Alejandra Arévalohas quoted3 years ago
    Crecimos con rapidez. Entre nosotros no había rivalidades, rencillas o resentimientos. Carecíamos de los problemas —así como de los placeres— propios de nuestra edad. La Revolución Cultural destruyó la adolescencia normal de los jóvenes, con todos sus obstáculos, e hizo de nosotros personas adultas y prudentes antes de superar nuestra primera juventud.
  • Alejandra Arévalohas quoted3 years ago
    Mao reforzó su imagen divina rodeándose de misterio. Siempre aparecía como una figura remota y situada fuera del alcance de los humanos. Evitaba la radio, y entonces no existía televisión. A excepción de los miembros de su corte, pocas personas tenían contacto alguno con él. Incluso sus colegas de las altas esferas tan sólo le veían durante audiencias formales.
  • Breny Monzónhas quoted3 years ago
    Al parecer, la revolución no había solucionado sus problemas. Por el contrario, había causado otros nuevos. Por primera vez, reflexionó vagamente acerca del hecho de que la revolución, en tanto que producto de los seres humanos, no podía sino verse obstaculizada por los fallos de éstos. Sin embargo, no se le ocurrió pensar que esa misma revolución hacía muy poco por resolver esos mismos problemas, ni tampoco que, de hecho, se sustentaba sobre algunos de ellos, acaso los más graves.
  • Alejandra Arévalohas quoted3 years ago
    Era costumbre de los comunistas no ejecutar a aquellos que rindieran sus armas, así como tratar bien a los prisioneros. Con ello lograban ganarse las simpatías de los soldados rasos, muchos de los cuales procedían de humildes familias campesinas. Los comunistas no mantenían campos de prisioneros.
  • Alejandra Arévalohas quoted3 years ago
    Durante varios días mi madre vio frente a su facultad a una mujer demacrada, harapienta y de aspecto desesperado que permanecía tendida sobre el suelo congelado. Junto a ella aguardaba una chiquilla de unos diez años de edad cuyos rasgos aparecían entumecidos por la miseria. Del cuello de su túnica surgía un palo sobre el que la madre había clavado un cartel escrito torpemente: «Se vende hija por diez kilos de arroz».
  • Cristinahas quoted2 months ago
    Se trataba de un sueño chino tradicional conocido con la denominación de yi-jin-huan-xiang, «regresar a casa ataviado con sedas bordadas».
  • Cristinahas quoted4 months ago
    Aceptaba la necesidad de autorreformarse para encajar con la nueva China (de hecho, acababa de escribir un poema que versaba sobre la necesidad de enfrentarse en el futuro al desafío de «la tormenta de arena»), pero también ansiaba más ternura y comprensión personal, y se sentía resentida por el hecho de que mi padre no se los proporcionara.
  • Cristinahas quoted5 months ago
    La idea consistía en que toda cuestión personal era también política; de hecho, no cabía ya considerar nada como personal o privado.
  • Cristinahas quoted5 months ago
    Mi padre se vio obligado a realizar una autocrítica verbal, y a mi madre se le ordenó hacer lo propio por escrito. Se les acusaba de «haber antepuesto el amor» cuando su principal prioridad debería haber sido la revolución.
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