Tras una larga ausencia, la pintora Elaine Risley vuelve a Toronto, ciudad donde pasó los años de su primera adolescencia, para presentar una exposición retrospectiva de su obra. Deambular por las antiguas y ahora transformadas calles de la ciudad, ya cumplidos los cincuenta años, y buscar caras conocidas entre los rostros de los viandantes reaviva en su memoria las imágenes de la infancia. Elaine observa desde la distancia establecida con el paso del tiempo aquellas experiencias, sobre todo la relación intensa y humillante con su amiga íntima Cordelia, que configuraron su identidad como mujer.