Dice Pablo Piceno sobre el trabajo de la autora: «Lo que acerca a un lector a la poesía de López Mills y no lo suelta más es justo la obsesión por entender la realidad, aunque para ello sea preciso desmembrarla o pudrirse en el calabozo como Juan Batista: la prédica en el desierto. Un deporte extremo. Abrir surcos en la tierra hasta que emerja su explicación. A la vez, actividad intrascendente por sí misma, con aspiraciones poco capitalizables. Entender que se opone a trascender. No cejar en ese intento, no volver la vista atrás para hacer concesiones. Ni siquiera cuando la poética en boga propulsa la cesión de derechos absoluta al lector, que suele ser, más bien, un no-lector a quien lo último que le interesa es la búsqueda de cualquier cosa. Ni siquiera cuando se empiezan a escuchar voces y uno, fuera de sí, se ahuyenta a sí mismo -todos los poetas gritan consignas, ahora, cada vez más; Tedi López Mills, una sola: No vuelvas sin haber entendido».