A su muerte en 1994, Charles Bukowski dejó en su estela medio centenar de libros, pero también unos abundantes archivos de material inédito o publicado únicamente en revistas underground y periódicos de índole diversa. Aquí se reúnen treinta y seis piezas que, a decir de John Martin, su editor desde la década de los sesenta, constituyen «el eslabón perdido en la obra de Bukowski que de súbito hace que todo adquiera sentido». En efecto, hay ya muestras de su pericia narrativa desde sus primeros cuentos publicados y de su peculiar forma de escribir, a caballo entre la autobiografía y la ficción, con ejemplos tan destacados como «La noche que nadie se creyó que fuera Allen Ginsberg» o «El Cristo de plata de Santa Fe». Este volumen alberga también ensayos de carácter literario, a modo de manifiestos que permiten rastrear la evolución del autor y su afianzamiento de una estética ferozmente personal. Eso nos permite constatar cómo, tras la deliberada pose de malditismo y rechazo por la alta cultura, hay en Bukowski un notable bagaje literario y musical. Destacan también la pieza de carácter experimental que da título al libro y un largo relato en el que cuenta cómo se hizo amigo del escritor John Fante. Este libro puede ser una espléndida puerta de entrada al universo de Bukowski o también un rotundo colofón para sus lectores. «Suculento y excelente volumen. Tres lustros después de su muerte, su obra sigue plenamente vigente» (Jordi Planas, Ruta 66). «Un ser excepcional, el único autor de culto a ras de suelo» (Toni Montesinos, La Razón).