La música ha constituido una vertiente ineludible de la filosofía, unas veces incluida como tema particular de la estética, otras, como en Adorno y Bloch, convertida en núcleo de la reflexión filosófica. En la filosofía de Nietzsche el espacio de la música es preponderante y decisivo. Filosofía y música no son únicamente pensadas en sus estrechas conexiones, sino que constituyen, desde los inicios de sus escritos, una especie de manifiesto musical sobre el origen de la filosofía, pero repensada a través de la evidencia de los sonidos, ya que el pensamiento de Nietzsche se vive y se construye con cierta complejidad que caracteriza su obra. De esa elaboración filosófico-musical tratan los ensayos que integran este libro.