Pedro es un joven médico que investiga, o pretende investigar, en el Madrid de finales de los 50. Sus sueños tienen que ver con el premio entregado por escandinavo monarca (el premio Nobel) y su héroe es Cajal, que logró imponerse sobre la mediocridad y la falta de medios que le rodeaban. Sus investigaciones sobre el cáncer se realizan sobre una determinada cepa de ratones, que no se reproducen en el animalario del laboratorio. Un personaje lumpen, el Muecas, se encarga de proporcionarle más ratones de la cepa requerida, pues ha logrado que críen en su miserable chabola. El secreto no es otro que el calor de los pechos de Florita, una de las hijas de el Muecas. Es así es como Pedro, don Pedro para el Muecas, se pone en contacto con los estratos más miserables de la sociedad. Es así como se ve envuelto en las consecuencias de un aborto criminal, en el que Florita, embarazada de un rufián (Cartucho), acaba muriendo entre las manos de Pedro, quien pretendía hacer un legrado para cortar la hemorragia que la desangraba. Sin declarar la muerte de Florita, huye y se refugia en un burdel que frecuenta. Allí lo encuentra la policía. Cuando sólo espera la cárcel, la declaración de la madre de Florita ( Cuando él llegó, ya estaba muerta ) logra que no sea procesado. Este incidente provoca su expulsión del centro investigador y la aceptación por Pedro de ese tiempo de silencio que supuso la España anterior al desarrollo económico de los años 60. Se casa con Dorita, la prostituta que le acogió, pero Dorita es asesinada por Cartucho en la misma verbena en la que celebran la boda. La novela, tan amarga y desconsoladora como la época en la que fue escrita, termina con Pedro en un tren, dirigiéndose algún pueblo, dispuesto a aceptar su aniquilación personal y la de todas sus ilusiones o sueños ( me he dejado capar ).