En Estados Unidos donde la popularización de la psicología profunda, del psicoanálisis, ha alcanzado unas dimensiones que los centroeuropeos apenas pueden imaginar, comienza a verse ahora el reverso de la moneda. Así, hace poco se podía leer –¡en una revista médica!– que las denominadas asociaciones libres, en las que se basa el método de tratamiento psicoanalítico, hace mucho que ya no son «libres», o por lo menos no tan libres como para que pudieran dar todavía al médico una información sobre el inconsciente del paciente. Éste sabe ya «por dónde va» el psicoanalista, y lo conoce debido a los numerosos libros que tratan el psicoanálisis y otros temas predilectos de los lectores. No se puede hablar, pues, de naturalidad ni de ausencia de prejuicios[2].