Aunque sí tengo planes —añadí, para distraerme de mi propia estupidez—. Puede que a ti te baste con pasarte el día cazando para luego volver a casa con tu mujercita por la noche, Lake; pero eso a mí no me vale. —Y le conté medio desafiante mi proyecto de construcción de enclaves, aunque eso solo empeoró las cosas. Me miró de forma soñadora durante el rato que estuve hablando; ni siquiera sonrió, solo me agarró de la mano y me dejó desvariar cada vez más, mientras planeaba llenar el mundo de pequeños enclaves y dar cobijo a todo niño mago que naciera, hasta que finalmente estallé—: ¿Y bien? ¿No tienes nada que decir al respecto? Venga, dime que estoy loca; no quiero que finjas seguirme la corriente.
—¿Me tomas el pelo? —exclamó con la voz quebrada—. El, no podía imaginar nada mejor que este colegio. Pero ahora, cuando cace, te ayudaré a hacer tu sueño realidad —dijo aquello como si le hubiera dado un regalo.
Dejé escapar un sollozo estrangulado y dije:
—Lake, no sabes cuánto te odio. —Y apoyé la cabeza contra su hombro con los ojos cerrados. Había estado dispuesta a bajar a la sala de graduación y a luchar por mi vida; había estado dispuesta a luchar por las vidas de todos los que conocía, por la oportunidad de un futuro. No necesitaba tener aún más cosas que arriesgar.