Era sexy, atrevido… y solo jugaba para ganar.
Los planes de reforma que Candice Hammond había hecho para el restaurante eran perfectos, o eso parecía, hasta que apareció el guapísimo millonario Derek Reeves. Discutían por todo y Candice estaba utilizando toda su habilidad negociadora para evitar que su proyecto de decoración acabara convertido en humo.
Derek Reeves sabía qué hacer para vencer siempre; no debía perder nunca la concentración, ni dejar que nada lo distrajera. Pero la estrategia empezó a resultarle muy difícil de cumplir cuando se quedó a solas con Candice. Fue entonces cuando ambos se vieron obligados a poner todas sus cartas… y toda su ropa sobre la mesa.