Lalo vive de la herencia que le dejaron sus padres. Eso le permite ser un escritor bohemio más o menos reconocido, fingir que trabaja en un periódico deportivo y alimentar su aburrimiento con tardes interminables en el bar Whisky Jazz tomando tragos anémicos. Aunque algunos vivan en el hastío, otros les rodean que viven de obsesiones. Dalia aparece en el Whisky Jazz y Lalo acepta la invitación a su casa. Una noche de sexo estupendo se transforma, a la mañana siguiente, en una prisión guardada por mastines.