Alma desnuda
Querida
Esta noche también nos recuerdo, te mantengo en mi mente como siempre, como la chica aquella que espera el camión en donde no hay paradas. Así te mantengo congelada: siempre intentando ver estrellas a medio día, gastando todo el tiempo ahorrado en los casinos.
Te veo ahora mismo como la compañera fiel de un cadáver malhumorado, la madre de machistas y feministas, aquella ilusa que quiere pegar cada pedazo de alma rota.
Te pienso… como la que siempre llega tarde a los momentos.
Y ya no te extraño, mucho menos ahora que estás aquí presente, vistiendo esa ropa holgada, el maquillaje corrido, los labios agrietados por los inexistentes besos humedecidos. Ya no te extraño, me he cansado de verte todos los días a la cara. Algún tiempo puede amarte, pero no ahora, nadie podría hacerlo ahora.
Sigues siendo la misma de hace décadas, la ebria puntual de Alcohólicos Anónimos, donde ahora sólo asisten los ya sobrios; la suicida que sólo puede amar a la maldita vida, la analfabeta que escribe oficios como posesa, eres el ama de casa y quien lleva dinero a la casa, la que compra los condones a un esposo infiel, eres esa. No. A veces eres menos todavía.
Eres la que vive la buena vida sólo en pesadillas, el espíritu salvaje de los animales del circo, la censura del comediante, la corona de cartón, y sí, a veces eres todavía menos.
¿Quién podría extrañar a alguien como tú? A ti, la que está parada ahí, como siempre, en el maldito espejo.
Para Michelle