«Pero ¿es suficiente?», no dejaba de preguntarse Lucy a sí misma. «¿Suficiente para qué?», se respondía. La respuesta siempre era inmediata, como si quisiera acallar cualquier duda. Era feliz, estaba en una burbuja, y el único motivo para reventarla se basaba en la idea de que las burbujas no eran la vida real. Pero las burbujas hacían que la vida resultase tolerable y el truco consistía en crear cuantas más mejor. Había burbujas de hijos recién nacidos y de lunas de miel, burbujas de vacaciones fantásticas e incluso pequeñas burbujas en forma de serie de televisión, burbujas de cenas, burbujas de fiestas. Todas acababan reventando sin hacer nada para que eso sucediera, y entonces se trataba de seguir adelante hasta encontrar la siguiente. Y en su caso la vida llevaba ya un tiempo sin ser burbujeante. Había pasado una época durilla