Rafa, ¡lo de Rafa sí fue impresionante! Premio de fin de carrera, arquitecto, hizo las prácticas en Alemania y, durante un tiempo, estuvo empleado en una empresa allí, pero se hartó de aquel país tan desabrido y ahora está preparando oposiciones de secundaria. Lorena se fue a Madrid; estaba predestinada a convertirse en estrella del periodismo radiofónico, hasta que un día cenando me dijo lo siguiente: a los veinticinco aguantas ganando poco más que un becario, por la ilusión del principio; a los treinta exiges algo más y, a cambio, asumes responsabilidades que conducen a datos gloriosos de audiencia, premios y reconocimiento del público; a los cuarenta te das cuenta de que tu jefe, cuyo único mérito es haber nacido un cuarto de siglo antes que tú, te pisotea descaradamente por el miedo a que le hagas sombra, odia los dos másteres y los tres idiomas que acumulas más que él, y te sugiere amablemente que te vayas a gozar el aire caliente de la puta calle sin más motivo que la envidia.