La publicación de “Cabeza de turco” provocó una auténtica conmoción en Alemania, donde en pocos meses se vendieron más de dos millones de ejemplares, convirtiéndose en el mayor best-seller de la posguerra, un verdadero fenómeno sociocultural. Durante dos años, Günter Wallraff abandonó su identidad y mediante lentillas oscuras, una peluca, bigote, utilizando un alemán rudimentario se transformó en Alí, un inmigrante turco dispuesto a hacer los trabajos más duros, más insalubres, más peligrosos para poder sobrevivir. Así, con sueldos de miseria y condiciones escandalosas, trabaja sin respiro en una hamburguesería McDonald?s, de bracero en una granja, de obrero de la construcción sin papeles ni contratos, lo utilizan como cobaya de la industria farmacéutica, investiga la postura de la Iglesia católica y de las sectas, efectúa limpiezas sin protección alguna en las entrañas de las refinerías metalúrgicas, hace de chófer de un traficante de esclavos, forma parte de un comando suicida reclutado para reparar una avería en una central nuclear.