Los aviones suelen desviarse de su ruta durante gran parte del trayecto, pero siempre vuelven al plan de vuelo. Y siempre llegan a su destino. Lo mismo ocurre con nosotros, como individuos, como familias u organizaciones. La clave radica en tener un fin en mente y un compromiso común de retroalimentarnos constantemente y de corregir continuamente el rumbo.