¿Tiene sentido todavía hoy día plantearse la cuestión de la analogía? ¿No se trata de algo ya superado y, por lo tanto, irrelevante para las preocupaciones contemporáneas de la filosofía? Aunque pueda parecer que nos remite a un artilugio conceptual alejado de las preoucupaciones actuales que solamente tiene sentido en un determinado marco, la analogía está presente -explícita e implícitamente— en toda la historia de la filosofía. Puede decirse que constituye el eje metódico del pensar metafísico, y, como Miquel Seguró nos muestra, dado que todo meditar humano deber habérselas tarde o temprano con la cuestión propiamente metafísica si de veras aspira a pensar el misterio de lo real, es necesario plantear la cuestión de un modo significativo y relevante para el hombre contemporáneo.