El valenciano Guillén de Castro, dramaturgo de la escuela lopista, publicó en su Primera y Segunda parte de las comedias de don Guillem de Castro (en 1618 y 1625) dos piezas inspiradas en el Quijote y una en las Novelas Ejemplares.
La comedia de Don Quijote de la Mancha, a pesar del título, escenifica solo los capítulos 23 a 36. Se trata de los episodios que tratan los amores de Cardenio, Luscinda, Fernando y Dorotea.
En principio, el papel de Don Quijote en esta obra es menor. Sin embargo, Guillén de Castro nos muestra el fruto de su atenta lectura de la primera parte del Quijote, e incorpora los fragmentos más llamativos. El ingenioso hidalgo de Guillén de Castro está también obsesionado por el mundo caballeresco y sufre un desdoblamiento de personalidad.
Unos lacayos del Marqués le han apaleado dejándole maltrecho en la Jornada I. Entonces empieza a imaginar que es Valdovinos y a recitar unos versos del Romance viejo del Marqués de Mantua. La escena es calcada del capítulo 5 cervantino.
Asimismo, en la Jornada III introduce el episodio de la penitencia en Sierra Morena (capítulo 25 de Cervantes). En él hace a su protagonista lamentar la ausencia de Dulcinea imitando a Amadís convertido en Beltenebros.