El training del actor, como el del acróbata, debe mostrar esta abertura, que es un escape hacia el infinito a partir del conocimiento de lo real. El pedagogo no debería ser un inseminador de ideas, fabricante de hombrecillos a su imagen, sino simplemente abrir puertas, mostrar caminos, dar el gusto por la exploración y la posibilidad de soñar. Así se eleva el actor, así se engrandece. Avanza por su propio camino, en un mundo que ha aprendido a observar, a sentir y a descifrar