Serafín, último vástago de una familia a la que secularmentese conoció como los Burros, pues su apellido real era Buróny siempre se dijo que tenían el carácter peleón, así comola apostura guerrera, regresa al pueblo de sus antepasadospara aislarse y escribir su tesis doctoral. Le acompañasu novia, y habitan la casa que el padre de Serafín logróconstruir tras toda una vida de trabajo y ahorros.
Serafín, por lo menos en términos anatómicos, nunca estuvoa la altura de los miembros más celebérrimos de dichaestirpe. Veedor impenitente y tranquilo de cuantos sucesosla vida le depara, es más bien menudo y de débil complexión.Culto y tímido, con un futuro prometedor como científico,pronto se obsesionará con los habitantes del pueblo que,desde época inmemorial, tienen un dicho que constituyela esencia de su ser en el mundo: «La vaca, tudanca / el vino,tinto / la mujer, callada». Y sufrirá un descalabro mayorcuando le anuncien que la nueva autovía que unirá la capitalprovincial con la capital del Estado pasa justamente pordonde se encuentra la casa de su padre.
Después del tour de force de Robespierre, Javier GarcíaSánchez se sumerge, en ésta su nueva obra, en la Españarural para describir con un ácido sentido del humor y unlenguaje literario de gran expresividad y riqueza el choqueentre la vida tradicional en el universo cerrado de los vallesmás recónditos del norte peninsular, y la España del pelotazo,de la construcción sin freno y del expolio de la naturaleza.Minuciosa radiografía del proceso de desintegración de todoun tiempo y un lugar, estamos ante una magnífica novelaque, con una sonrisa en los labios, destripa ambos mundossin piedad, sacando a relucir la lucha por el poder que reinaen uno y otro, y la voluntad de sobrevivir aunque ellosuponga la aniquilación moral de los demás o la propia.