Los sueños no tienen copyright

Quizás sea depresión.

—Es probable, depresión, el mal de la ciudad.

Yo me quedé sentada al lado de Luis y le tomé el brazo, se lo apreté con fuerza. Durazno Reverdeciente se perdió en las calles de Viña del Mar.

Al día siguiente, cuando se me pasa, estoy muy triste, pienso que voy a tener que tomarme unas vacaciones para recuperarme. Irme a Brasil o a Uruguay o a un lugar con sol y playa a ver si esta timidez se me va de una vez por todas. De una vez para siempre. Me siento muy mal porque siento que perdí la oportunidad de mi vida. Ahora, soltera, soltera de por vida. Universalmente soltera.

Pienso que debería olvidarme de Pedro, volver con Osvaldo y tratar de rehacer mi vida.

Osvaldo me llama para saludarme, nada más. Hablamos por unos cinco minutos o seis, de pavadas. Osvaldo es tan buenmozo… mucho más buenmozo que el DJ, pero es demasiado nervioso. Cuando estuve con él, siempre me contagiaba los nervios. Esa relación la terminé, a decir verdad, hecha pedazos, no sé ni para qué llama.

svaldo me llama para saludarme, nada más. Hablamos por unos cinco minutos o seis, de pavadas. Osvaldo es tan buenmozo… mucho más buenmozo que el DJ, pero es demasiado nervioso. Cuando estuve con él, siempre me contagiaba los nervios. Esa relación la terminé, a decir verdad, hecha pedazos, no sé ni para qué llama.

Siempre hay que enamorarse de alguien, sí o sí, en eso estamos de acuerdo mis amigos y yo. Ninguno lo discute, sin eso no se puede vivir.

Buenos Aires no es una ciudad especialmente bella, los espacios verdes se redujeron de 17 m2 por habitante en 1912, a 4 m2 por habitante en 2002. La organización mundial de la salud recomienda unos 13 para obtener una calidad de vida respetable

Dicen por ahí, creo que lo leí en un libro, “tu ciudad es tu mente”. Todos mis artistas viven en Buenos Aires o sus afueras, el Gran Buenos Aires.

Hoy nos decimos cien veces “te quiero” pero no nos decimos “chau”. Mucho más mérito que pronunciar esas palabras vacías tiene el hecho de percibir en la cadencia del tono de nuestro interlocutor el deseo de no continuar, ese momento en el que hay que cerrar la boca y pasar a otra cosa.